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Cuando entreno a clientes, en habilidades comunicativas, trabajamos muchas cosas, cuestiones como el miedo a hablar en público, el contacto visual, el foco, el objetivo, dirección del discurso, el tiempo, el orden, pausas, eliminación de muletillas… también trabajamos cuestiones de otra índole, como la seguridad en uno mismo, el empoderamiento, la confianza, el disfrute, potenciar sus fortalezas, encontrar su estilo comunicativo…

El cliente hace un gran trabajo, se deja llevar, construye, destruye y vuelve a construir, interioriza el aprendizaje, crea, modifica no solo a nivel de discurso sino también a nivel personal y esto es algo maravilloso, el problema radica en que si no se sigue trabajando en esa línea, si no se sigue confiando en lo que hemos desarrollado juntos, empiezan a acudir los miedos, las inseguridades, las creencias que limitan y esto puede ir en contra de todo el trabajo realizado.

Sugiero que confiemos más en lo que conseguimos, con más o menos esfuerzo, sugiero que no nos dejemos llevar por lo que creemos que los demás esperan de nosotros o por lo que creemos que es lo que hay que hacer en determinados momentos (presentaciones, conferencias, charlas, cuentas de resultados, productos…) y sectores (tecnológicas, banca, derecho, publicidad…) y pensemos que quién nos escucha es un ser humano y a los seres humanos les gusta que les hablen con honestidad, con corazón. No te dejes arrastrar por esa gran trampa, «hacerlo bien», no existe un hacerlo bien, lo único que existe es transmitir y modificar a quién te escucha, no seas uno más.

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